Las Polaridades y la Terapia Gestalt: los extremos que nos conforman

Young woman holding smiling face (digital composite)

¿Cuántas veces te has descubierto con un claro impulso de decir o hacer algo y frenarte en el camino porque una voz con entidad propia y diferenciada te ha dicho que no es lo adecuado?

¿Cuántas veces has escondido la rabia, tapado la tristeza, comprimido el entusiasmo en aras de mantener la calma, mostrar alegría y parecer equilibrado?

Tal vez te muestras siempre como una persona alegre, vital y cuando aparece un rastro de tristeza en seguida lo escondes con un: “no vale la pena estar triste, total llorar no sirve de nada”.

O quizás, juegas a ser una persona seria que no se permite un día de frescura y locura porque en algún sitio aprendió que eso podría llevar al rechazo de los otros o a no ser visto como una persona responsable.

Ambas situaciones tienen en común juzgar aspectos de tí y no dejarlos emerger.

 

Habitualmente pensamos que hay partes de nosotros que no son buenas, aspectos que no podemos dejar salir y vivimos desde “el yo que debemos ser” y no desde “el ser que somos” renunciando así a todas nuestras capacidades y llenándonos de tensiones y conflicto.

El trabajo con las polaridades es un aspecto esencial que la Terapia Gestalt atiende para el desarrollo pleno del ser humano. Cada vez que negamos una parte de nosotros, negamos una parte de nuestro desarrollo y nos distanciamos de la plenitud.

 

Las polaridades que cada uno vive tienen que ver con la historia personal, el carácter y las estrategias que cada uno ha desarrollado para salir adelante en su ambiente familiar. Cada uno de nosotros tenemos unos polos que mostramos y utilizamos con seguridad y predominancia creando un personaje que nos permite caminar por la vida. A la vez tenemos otros personajes que no queremos sacar a pasear por miedo o ideas sobre lo que está bien y mal. Cuando dos partes opuestas entran en conflicto se dan problemas de relación con nosotros y/o con los demás.

La Gestalt busca la integración de esas partes para dar voz a la parte negada y con ello recuperar el equilibrio y pasar de la lucha que resta a la unión que suma. La Gestalt lleva a cabo esta integración facilitando que la persona tome consciencia de sus partes en lucha y a través de técnicas como la “Silla Vacía” o el juego de roles, teatrales, que da voz al diálogo interior.

 

De esta forma la persona toma y asume sus dos polaridades y la capacidad de transitar de un extremo al otro atravesando las diferentes intensidades de cada polo y pasando por el centro.

 

 

Esta gama de posibilidades que se abren, generan nuevos espacios de actuación ya que la persona tiene al alcance de su mano actitudes más flexibles que le permiten afrontar las situaciones con más recursos y a la vez que asumir el control sobre lo que desea hacer y tomar decisiones unificadas, escuchándose a sí mismo de manera más integral.

 

 

 

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