Recursos y gestos que heredamos del ser querido fallecido

El otro día una persona a la que acompaño en su proceso de duelo me comentaba cómo se daba cuenta de la cantidad de aspectos, capacidades y formas de hacer que estaba incorporando de la persona que había perdido.

Y cómo esto la alegraba, la hacía sentir más cerca de su ser querido y la convertía en alguien más capaz.

Después del fallecimiento, se sentía desesperada y repetía: ¿Cómo lo voy a hacer sola? ¿Y como voy a gestionar tantos aspectos de mi vida que antes ella atendía?

“¿Qué hago con el coche si le pasa algo?” ó “No sé cocinar” ó «Yo no llevaba las cuentas»

La creencia de que la persona no va a poder o no tiene los recursos para afrontar ésta nueva situación es habitual en el proceso de pérdida. El dolor, la ausencia y el cambio tan grande del entorno y la falta de los apoyos y los recursos que aportaba la persona fallecida hacen que la persona se sienta abrumada y QUE LA HAGA PERCIBIRSE COMO ALGUIEN QUE NO PUEDE O QUE NO TIENE LOS RECURSOS NECESARIOS.

Es cierto, que hay pérdidas, momentos del proceso de duelo y personas en duelo que por un tiempo pueden necesitar un apoyo mayor porque el desbordamiento emocional y/o el shock les impide ocuparse de sus quehaceres más básicos. Es en estos momentos donde la familia, amigos y entornos más cercanos son fundamentales.

Si el proceso de duelo sigue su curso de forma saludable, con el tiempo la persona va recuperando su autonomía y también descubre, a veces, con asombro como empieza a hacer gestos, tomar hábitos que antes hacía su ser querido y de los que no era consciente que había asimilado de forma natural.

Esto es porque cuando compartimos vida o tiempo con alguien, sea el parentesco que sea, los seres humanos intercambiamos información y aprendemos en la conexión y sintonía con ese que amamos. Aspectos de esa persona que nos gustan, que admiramos o creemos valiosos o útiles y que puede que nosotros no tengamos desarrollados. Aspectos que nos complementan y nos facilitan la vida diaria.

Ese saber no muere con la persona querida Ese aprendizaje permanece con nosotros. 

ES UN APRENDIZAJE DE ALGO ESENCIAL, ÚNICO Y PARTICULAR QUE TOMAMOS DEL SER FALLECIDO Y QUE AL IRSE SE SUMA A NUESTRAS CAPACIDADES Y VALORES COMPLEMENTÁNDONOS COMO LO HACÍA CUANDO VIVÍA ENTRE NOSOTROS.

 

Este aprendizaje se convierte en:

  • Un regalo de vida y legado que permanece y se perpetúa para que siga siendo dado
  • Un recurso a añadir a aquellas habilidades personales que ya teníamos y a las que también adquirimos en el hecho de transitar el duelo
  • Memoria viva y actual que hace presente a nuestro ser amado
  • Recursos que constituyen, junto con las capacidades que la persona va desarrollando para afrontar esta etapa lo que yo llamo los Recursos Intrínsecos del Duelo y que van emergiendo en el transcurso del mismo

Todo ello hace que, con el tiempo, nos sintamos más capaces de afrontar el duelo, más ricos para abordar el nuevo contexto vital y que esa persona que amamos siga viva en nosotros y en aquellos gestos y hábitos que incorporamos y que podemos aportar, a su vez, a otros.    

 

Para descubrir este legado, te propongo un pequeño ejercicio: HAZ UN LISTADO DE AQUELLOS HÁBITOS, CREENCIAS Y GUSTOS QUE HAS INCORPORADO A TU VIDA ACTUAL Y QUE PERTENECÍAN A TU SER QUERIDO.

!Descubrirás cuánto de él o ella hay en ti!

 

  • GRUPOS DUELO POR PÉRDIDA DE SER QUERIDO

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