Llega el final de las vacaciones…. A diferencia del resto de la población, si estás en duelo con una pérdida reciente es posible que digan: “Por fin”.
El verano, sobre todo el mes de Agosto, puede convertirse en un desierto a atravesar. Al dolor de tu pérdida se añade que tus personas cercanas, su red de apoyo, amigos, familiares, se van de vacaciones cumpliendo con el ritual de cada año.
La ciudad donde vives tiene un aspecto más vacío o por el contrario se llena de veraneantes que te recuerdan a uno esos veranos acompañado de quién querías y has perdido. Cierran los comercios donde habitualmente vas a comprar y donde te sientes a gusto haciéndolo y las actividades que se realizan durante el año se paralizan. Nada que hacer, poca gente alrededor.
Muchos te recomendarán que hagas un viaje, o te invitarán o compartir a pasar unos días con ellos, o a no quedarte en casa y disfrutar de los días soleados y hermosos, o “sal a caminar”, “visita algún pueblo”, “pasa un día con tus hijos o amigos”. Pero en tu duelo, te sientes con pocas ganas, nada te atrae y no haces nada o te dejas llevar.
Es importante saber que las hay determinadas épocas del año que incrementan la sensación de duelo.
Y ante ello,
Lo primero es respetarte lo que sientes: las pocas ganas, la tristeza, la diferencia entre tu estado interno y el ambiente vacacional que parece hablarte del bienestar, del disfrute, y de las personas queridas que pasan momentos de ocio juntos, el dolor de que ellos sí y tu ya no.
No forzarte a hacer nada que no quieras, en vez de seguir al mundo, sigue el propio mundo, el ritmo interno que te marca lo que necesitas y lo que no. Y dártelo. Sobretodo darte lo que necesitas.
Y eso pasa por pedirlo: pedir quiero estar sólo o acompañado, y si me voy de vacaciones con alguien decirle: ”mira estoy en duelo y necesitaré mis espacios, o hablar, o callar”.
Y, a la vez, y en la medida de lo posible, no aislarte. Tener presente que el verano facilita más el aislamiento y, por ello, no descuidarte. Intentar contactar con algunos de los que se quedan y verse un rato o seguir hablando con los que se han ido sea por teléfono o email. No pierdas el contacto con aquellos que te dan un poco de calor aunque, a veces, no sepas como encajarlo.
Y también, por qué no, aprovechar el verano para hacer aquellas cosas que durante el año no puedes y que dentro de las pocas ganas, te apetezcan más. Pequeños regalos para ti, para tu: un paseo por la playa, la ciudad, el campo sintiendo el sol y el aire en tu rostro, quizá a un horario donde el bullicio sea menor o te sientas más cómod@. Todo ello es una buena medicina en estos momentos.
Hacer algo de ejercicio, ver las películas que te gustan, oír música o escribir lo que sentimos en un diario. Incluso ordenar cosas que tenías pendientes desde hace tiempo.
Mírate con cariño, atiendete, deja que salga el dolor, si viene, en la forma que sea (llanto, enfado, tristeza..) y ten presente que darte pequeños regalos y sentirte, a momentos, un poquito mejor, no quiere decir que quieras menos a los que se fueron.
Dentro de nada, se cambiará la hora que indica el camino hacia el Otoño, el verano ya “por fin” pasó. Y tu gente ya ha regresado, los comercios han recuperado su ritmo habitual y tu lugar de residencia vuelve a tener el mismo aspecto.
El aprendizaje es: “tuviste la capacidad de pasar el verano..este verano tan diferente”. También podrás seguir adelante el Otoño, el Invierno, …
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